Son pocas las veces que algo nos capta la curiosidad de una manera intensa, y al descubrir lo que es nos vemos recompensados por mucho más de lo que esperábamos, y eso es justo lo que pasa con WALL-E.
Antes que todo destacar que las películas animadas de este tipo no son solo para niños. Os la recomiendo si aun no la habéis visto, porque os aseguro que pasaréis una hora y media que siempre recordaréis.
Tampoco esperéis una película extravagante con todo tipo de escenas de acción y miles de efectos especiales. Esta es una película que se concentra sobre todo en una pequeña historia de amor y amistad, y de cómo todos nosotros podemos hacer mucho más de lo que pensamos, o de lo que otros piensan que somos capaces.
Detrás de la sencilla trama de WALL-E se esconden temas filosóficos, que van desde el existencialismo hasta el conformismo, y todos son tratados de manera casi invisible como parte de la historia misma.
Técnicamente, la película es sorprendente, ofreciendo unos escenarios que nos recuerdan de las obras maestras japonesas como Akira, una música y banda sonora que no pudo haberse sido elegida mejor, y unos efectos de sonido tan asombrosos.
Melisa E. Peña
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