Sobre el clásico Frankenstein, nacido a la sombra del éxito de Drácula, se pueden contar infinidad de cosas. Por ejemplo, en principio el papel protagonista era para Bela Lugosi pero este decidió no participar en el proyecto porque decía que la cantidad de maquillaje que debía llevar para hacer de monstruo impediría que sus fans le reconocieran y admiraran su interpretación y además carecía de diálogos.
Finalmente, el papel fue asignado al desconocido Boris Karloff que llegaría a ser mundialmente famoso por su interpretación en esta película. Karloff sufrió mucho durante el rodaje porque sus botas pesaban once kilos. Además, le entablillaban las piernas para que se mantuviera rígido el andar, el maquillaje de la cabeza era tremendo Jack Pierce se lo aplicaba de 6 a 12 de la mañana para poder comenzar a rodar, e incluso llegó a colocarse una capa de cera sobre los ojos para matar el brillo de inteligencia que los mismos pudieran tener.
Whale rodó una secuela en 1935, La novia de Frankenstein, aunque se dice que aceptó hacerla simplemente para expresar sus ideas acerca de la homosexualidad, ya que él era gay y mandar unos cuantos mensajes al Hollywood más moralista. Señalar la caracterización de Valerie Hobson como novia del monstruo que quedó para la posteridad.
En otra secuela, El hijo de Frankenstein, que no fue dirigida por Whale, Karloff volvió a interpretar al monstruo y curiosamente Lugosi, que rechazó el papel original, hizo el papel del ayudante jorobado del Doctor. Esto dicen que se debió a que Lugosi nunca superó la envidia que le produjo el éxito de Karloff.
Con los años se ha revivido el mito de Frankenstein en múltiples ocasiones en películas como La maldición de Frankenstein, La Venganza de Frankenstein, Frankenstein creó a la mujer, El cerebro de Frankenstein, El jovencito Frankenstein, La resurrección de Frankenstein o Frankenstein de Mary Shelley.
Melisa E. Peña
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