
En los setenta, Harry el sucio le llevó a proclamarse como una gran estrella internacional, y a partir de ese momento su prestigio y su caché fue en aumento.
El actor es el arquetipo de macho norteamericano, una criatura prácticamente en extinción en estos tiempos que corren. La mayoría de los personajes a los que ha encarnado son hombres solitarios, casi insociables, cínicos, endurecidos, a veces embrutecidos por la vida.
También es cierto que a Eastwood se le ha criticado en numerosas ocasiones por su hieratismo interpretativo. Sin embargo, con un mínimo de gestos y una indumentaria adecuada es capaz de construir un personaje misterioso, moralmente ambiguo y sin duda inolvidable.
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